Sólo miras cómo caen las gotas de las hojas del árbol de la vida.
Son los sonidos celestiales, oscuros, tal vez muy suplicantes, los que te hacían actuar.
La luz, se filtra hacia tus ojos. Los llevas grises como el cielo detrás de las ventanas ciegas.
Pequeñas manos blancas, visten guantes de dulzura, arropan ese rostro de suspiro.
Te quejas, pequeña princesa, te quejas, pero no huyes.
Es algo parecido a la palabra esperanza que no conoces, lo que te hace vivir.
Similar simetría la que llevas en el corazón.
Débilmente, te pones de pie.
Y ríes.
Todas las puertas de la mansión se abrieron a la vez, ansiando la presencia de la princesa en cada una de las habitaciones.
Pero tus piernas de porcelana hacen sonidos huecos en los pasillos, y las puertas, asustadas se cierran cuando te escuchan pasar.
Aquel vestido de navidad, blanco como la nieve que aquellas tierras donde viviste nunca
conocieron, flamea con fulgor transparente como tu piel.
Aún llevas las manitas en el rostro, caminas ciega, ya que no tienes ojos.
El llanto viene del baño.
¿Recuerdas?
Allí tus ojos perdiste, cuando al llamado de tu padrastro acudiste.
Tienes que correr, pequeña princesa, hacia tu propia luz.
Es una lástima que no puedas hacia ella ir, que no la puedas ver.
Lloras en el baño, hace como cien años.
Es hora de irte, a un lugar más oscuro.
Donde tus lamentos sean ciegos, y tus miradas griten obscenidades.
Saca tus manos de terciopelo de tus ojos, que ya puedes ver.
En la mansión, que nunca fue tu hogar, ya no tienes que llorar.
Ven conmigo, amarga princesa de alquitrán.
Huyamos hacia algún lugar.
Ven conmigo, acude a mi llamado, una vez más.
3 comentarios:
ñambeeeeñaaaa
verry interresting my frriend.
mi cerebro nomas esta apagado right now. jambuuu.
tengo que leer mas.
lindo tu cuadernitooo!!!
jejejej graciaaaas!!!
abrazote
jejejej graciaaaas!!!
abrazote
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